Acerca de las relaciones humanas

Hace unos días una serie de eventos entre ellos un breve episodio de tristeza, una discusión con un amigo y la lectura una fábula me hicieron reflexionar sobre la verdadera motivación de las relaciones humanas. Llegue a conclusiones desilusionantes, poco agradables para los caracteres románticos como el mío.

Esta es la versión corregida y aumentada de un comentario que hice y que escribí de un tirón en unos pocos minutos y que ahora me ha costado más de una hora revisar.

La siguiente reflexión se extiende de igual forma tanto a las relaciones de pareja como a las amistades. En general, a los vínculos que establecemos con seres humanos que no pertenecen a nuestra familia y que vamos conociendo mientras transitamos por esta vida. No podemos elegir a nuestros parientes, pero sí a los amigos y a la pareja sentimental.

Supongo que llega un momento en nuestra existencia en el que todos tomamos conciencia de esto aunque sea descorazonador. Con el tiempo uno entiende que en realidad muchas veces lo que buscamos es un espejo de nosotros mismos. Cuando decidimos tratar con una persona con intención de socializar con ella y comenzar un tipo de relación duradera, en primer lugar para sentirnos atraídos e interesados debemos encontrar ciertos puntos en común (sí se parece a mí, si le gustan las mismas cosas que a mí, si comparte las mismas ideas eso quiere decir que debe ser una persona genial) Luego le mostramos lo que nos gusta esperando que también les agrade porque inconscientemente queremos amoldarla para que se parezcan un poco más a nosotros. Entonces nuestro aprecio a los demás parte del amor propio.



También se puede dar el otro caso: que en este ser encontremos algo de lo que nosotros adolecemos o que no tenemos suficientemente desarrollado. Es aquí donde aparece la admiración. La admiración en lugar de la envidia junto al respeto y al cariño que conlleva porque en el fondo tal vez queremos tener el don que la otra persona posee, nos juntamos con ella ansiosos de que nos enseñe. Cuando es hambre de conocimiento absorbemos cuanto podemos porque tenemos que quedarnos con algo de lo suyo para nuestro enriquecimiento personal porque luego nosotros también deseamos ser admirados, elogiados, queremos reconocimiento.

Asimismo, encontramos a la otra persona que nos hace pasar el buen rato, solo nos entretiene y en muchos casos esta es su única función, precisamente esta suele ser la más fácil de reemplazar. Creo que de alguna manera todos nos usamos mutuamente lo cual no es tan vil como puede parecer a simple vista.

El problema empieza cuando queremos ser escuchados, cuando queremos ser comprendidos, cuando nuestro espíritu naturalmente egocéntrico siente la necesidad de manifestarse a su gusto... verdaderamente nos cuesta ser recíprocos en ese aspecto. En cuanto la otra persona nos toma el cariño suficiente como para cometer el error de exponerse ante nosotros, abriendo su corazón en un momento de debilidad, entonces nos molesta, nos desagrada porque creemos que nuestros asuntos que nuestros problemas son mucho más importantes que los ajenos. El egoísmo es universal.


El amor, el aprecio hacía los demás tienen la misma medida que nuestra vanidad. Te aprecio porque encuentro en ti algo digno de ser apreciado y es lógico en realidad. Como olvidar también a la piedad, la piedad es la más compleja aparentemente pero radica en tan solo ponerse en el lugar de otro. Es la empatía, el poder imaginarse a uno mismo en esa situación. Por supuesto también implica mantener limpia la conciencia realizando buenas acciones, ganándose el cielo. Si lo analizamos más profundamente también viene a figurar allí el amor propio.

Por último existe el mayor tipo de aprecio a prueba de todo, el que evoluciona en amor impasible, el amor sacrificado, el amor devoto, el que resiste al tiempo y a las circunstancias, el que lo soporta todo, inclusive malos tratos y humillaciones, el amor más incompresible. El que es patológico y enfermo.

Después de todo supongo que todo esto ya se sabía. No es ninguna novedad la que cuento. Esta es la variante de "No puedes amar a los demás si no te mas a ti mismo" Pero creo que decirlo como lo digo suena mucho más duro.

Las relaciones humanas... que diferente a cuando éramos niños y todo fluía tan natural.

                                             Pinturas de Zhan Bing, alías Benjamin, ilustrador e historietista chino.

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