Recuerda siempre tu esencia (mis reflexiones en mi crisis de 2020)

 No importa si eres una persona que físicamente no es agraciada o si tienes discapacidades o la salud frágil, no importa que no seas rico y que no tengas nada que exhibir para que admiren los demás, no importa que no tengas estudios o un trabajo y te tomen por ignorante, no importa que te hayan considerado inútil toda tu vida, no importa que te consideren un fracaso o poca cosa, no importa que siempre te ignoren o te desprecien, no importa que te maltraten e intenten humillarte, no importa que te desvaloricen constantemente, no importa si estás solo y que nadie más parezca amarte; porque lo que importa es que te ames a ti mismo como ser humano.

 Porque en esencia todos somos lo mismo y partimos de la misma fuente divina. Nadie es más ni menos que nadie. Todos tenemos magnificencia porque somos amor puro, energía pura, belleza pura y pertenecemos a la unidad. La separación es una ilusión. 


Mereces amor por el solo hecho de existir, ahora mismo ya eres amado incondicionalmente por Dios. Así que en esta vida terrenal mereces lo más importante: tu propio amor. Si pudieras reencontrarte con esta verdad cada día, te enamorarías de ti mismo una y otra vez. 

De ese modo podrías proyectarlo hacia afuera y asombrarte de las pequeños misterios de la vida tal y como lo hacía cuando eras un niño, entonces renacerían los sueños y las ilusiones. Perdonar en ese estado es tan fácil como respirar, sobre todo perdonarte a ti mismo.

 Y finalmente hallarías la fuerza en tu interior para seguir adelante, superarte a ti mismo del modo que sientas que complete a tu alma y no a la sociedad. Cuando lo hayas conseguido la generosidad naturalmente brotará de ti porque estarás tan lleno que te derramarás y querrás compartirlo con todos los que puedas. 

Hay que volver a apreciar la existencia desde la compasión de un corazón pleno. Recuerda siempre tu esencia.



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