Parejas "disparejas"

Transcripción de un artículo de la revista Selecciones del Reader’s Digest fechada en marzo de 1987.

Las diferencias de personalidad y educación entre los miembros de una pareja pueden destrozar su relación o llevarla a su plenitud


Por Susan Jacoby


Allison Danielli creció en el sur de los Estados Unidos, en una familia caracterizada por su discreción y control de las emociones; así pues, Allison es una de esas personas que "se guardan las cosas"; cuando se siente enojada o lastimada, tiende a callar y ocultar su resentimiento. Su esposo, Bob, nacido en una familia ítalo-norteamericana de carácter explosivo, pierde fácilmente los estribos y perdona y olvida todo casi en seguida.

Annie Connor y su esposo Joe se criaron en un barrio de la ciudad de Boston cuyos habitantes son, en su mayoría, católicos de origen irlandés. Sin embargo, las personalidades de Annie y Joe no podrían ser más disímiles: ella es optimista, y él, pesimista.

Las combinaciones explosivo-reservado y optimista-pesimista son sólo dos ejemplos de parejas cuyos miembros tienen temperamentos opuestos. También suelen unirse personas sociables con individuos solitarios, amantes de lo novedoso con quienes no gustan de los cambios, gastadores con tacaños, aficionados al peligro con cautelosos.

"Tales parejas disparejas son muy comunes", afirma el doctor Harvey White, coordinador de capacitación en terapia familiar del Centro Hospitakario St. Luke, en la ciudad de Nueva York. "El secreto consiste en lograr que esas diferencias sean un factor que actúe a favor de la pareja, no en su contra".

Según Selma Miller, ex presidenta de la división correspondiente a Nueva York de la Asociación Norteamericana para la Terapia Matrimonial y Familiar: "Una vez que ha terminado la luna de miel, muchos recién casados tratan de cambiar en su pareja las cualidades que más los atraían en un principio. Nos enamoramos en parte porque alguien nos ha parecido irresistiblemente diferente, y luego tratamos de que esa persona se parezca más a nosotros. En los matrimonios bien avenidos, marido y mujer procuran mantener un equilibrio entre la conservación de los rasgos básicos de personalidad y la modificación de los aspectos extremos de esos rasgos que más difíciles de aceptar le resulten al compañero".

Allison Danielli ha aprendido a manifestar sus enojos. No vocifero, como lo hace Bob", comenta, "pero ahora se me dificulta mucho menos expresar lo que siento. No es que admire los arrebatos de Bob; lo que admiro es la manera en que revela sus emociones. Creo que una de las razones por las que me case con él fue mi deseo de convertirme en una persona más abierta".

Bob Danielli considera que a él le sucedió algo parecido cuando se enamoró de Allison. "Desde la primera vez que la vi quedé impresionado por el dominio que tenía de sí misma", recuerda. "Estábamos esperando los dos en una larga fila que avanzaba con desesperante lentitud, para inscribirnos en unos cursos universitarios. Yo empezaba a perder la paciencia. Pero ella sonrió a los empleados; les dijo que comprendía lo abrumados que debían de estar por el trabajo, y logró realizar su trámite tres veces más aprisa que yo. ¡Tengo que conocer el secreto de esa chica!, me dije".

Bob reconoce que todavía expresa su descontento alzando apasionadamente la voz, pero ha aprendido a no hacer comentarios insultantes o hirientes. "Una vez que he recobrado la calma, nunca recuerdo lo que dije, pero gracias a Allison ahora me doy cuenta de que los demás sí lo recuerdan".

El doctor White observa que una persona suele enamorarse de otra precisamente porque esta presenta un aspecto poco desarrollado de su propia personalidad. "Sin embargo, para lograr una convivencia feliz", advierte, "cada uno de los dos miembros de una pareja debe respetar los límites del otro. Una mujer de carácter solitario se volverá más sociable para satisfacer las necesidades de un cónyuge de tendencias gregarias, pero ella siempre necesitará más que él disfrutar momentos de soledad".

La mayoría de las particularidades de temperamento en las personas se debe al ambiente familiar en que estas se criaron. "Si usted llega a comprender que ciertos rasgos de la personalidad de su pareja se deben a influencias que intervinieron en su desarrollo mucho antes de que usted la conociera, y que no se puede cambiar en la edad adulta", añade el doctor White, "ello quizás le ayude a resolver muchos conflictos".

Martha Stern creció en un hogar donde la discreción y la intimidad eran muy apreciadas. En cambio, su esposo David proviene de una familia en la que cada miembro estaba enterado de todo lo que concernía a los demás y consideraba que tenía derecho a saberlo.

"Cuando conocí a la familia de David, quedé encantada", recuerda Martha. "David me llevó a su casa a cenar. Alrededor de la mesa, cada miembro de la familia contaba con detalles lo que le había sucedido durante el día. Todo daba lugar a comentarios y risas, desde el nuevo vestido de la hermana hasta el nuevo jefe de David. En mi casa, por el contrario, a la hora de cenar nunca se rompía el silencio sino hasta que alguien pedía que le pasaran el pan".

Sin embargo, Martha se sintió contrariada una vez que David les comunicó a sus padres que estaban dispuestos a tener un hijo. Ese mismo día, el joven matrimonio había acordado suspender el método de control natal que había seguido. "No podría creerlo", recuerda Martha. "David expusó los detalles más íntimos de nuestra vida conyugal. Cuando le dije lo que pensaba al respecto, el replicó: ¡Pero no lo comentaba con extraños, sino con mi familia!"

Por otra parte, en su relación con Martha, David sentía a veces que ella era demasiado retraída, que no estaba dispuesta a manifestarle sus sentimientos más profundos.

"Muchas veces discutíamos porque creíamos que esas actitudes de ella y mías eran intentos deliberados de exasperar al otro", agrega Martha. "Pero con el tiempo acabamos por darnos cuenta de que nuestros conflictos no se debían a falta de cariño de ninguno de los dos, sino a las grandes diferencias entre los ambientes familiares en que crecimos".

Las grandes crisis que impone la vida producen tensiones más fuertes en los matrimonios que son parejas "disparejas". "Existe el peligro de culpar al carácter de alguno de sus miembros en vez de culpar a la circunstancia externa que realmente lo ha provocado", explica Miller. "Las características personales que hasta entonces quizá sólo parecieron un poco chocantes o inclusive graciosas en la convivencia cotidiana, pueden volverse insoportables en ese estado de tensión".

Por ejemplo: si un marido que gasta imprudentemente pierde su trabajo, la esposa ahorrativa podría culparlo por la consecuente estrechez económica, aunque no sean los antiguos derroches del esposo sino el hecho de que él se ha quedado sin trabajo, la verdadera cusa.

El doctor White observa: "Cuando los miembros de una pareja empiezan a señalarse con el dedo y a decirse ¡Tú nunca...! o ¡Como de costumbre...!, lo que realmente quieren decir es: No estás reaccionando como yo lo haría". Sin embargo, cuando las parejas "disparejas" aprenden a afrontar una crisis hombro con hombro, sus diferencias de carácter pueden combinarse para formar un todo fuerte y poderoso.

Cuando surgen conflictos a causa de diferencias de temperamento entre marido y mujer, los consejeros familiares sugieren las siguientes técnicas para resolverlos:

Intercambiar papeles. 

Se trata de un juego en el que cada miembro de la pareja toma el papel del otro en las discusiones. Así, el que suele gritar se da cuenta de lo que se siente cuando le gritan, y el que se queda callado comprende lo que significa que su interlocutor no reaccione a lo que dice. (Sin embargo, no conviene iniciar este juego cuando se está en medio de una disputa.)

Tratar de adaptarse. 

Cada uno debe preguntarse hasta qué punto la envidia tiene que ver con su rechazo a determinado rasgo de personalidad del compañero. El solitario, por ejemplo, ¿piensa en verdad que su pareja está perdiendo el tiempo al cultivar relaciones sociales, o quizá le gustaría poseer ese desenfado al tratar con la gente? Cada uno debe tratar de desarrollar y adaptar en sí mismo algo de la personalidad del compañero.

Hacerse críticas específicas. 

No tiene sentido condenar todo el carácter del compañero. Es mejor que cada quien exprese con exactitud lo que le molesta. Si usted es una persona ahorrativa y a su pareja se le podría calificar de derrochadora, más vale que le proponga algo así como "Procura consultarme a tiempo si piensas hacer un desembolso considerable", en lugar de gritarle: "¡No es posible que sigas despilfarrando nuestro dinero!"


Recuerde que los rasgos de personalidad que usted ama en su pareja podrían ser inseparables de aquellos que le gustaría cambiar. ¿Le encanta la manera apasionada en que le declara su amor, pero detesta los gritos que da cuando se enoja? Ambas cosas son facetas de un temperamento emotivo; tal vez ambas sean inseparables y no pueda usted disfrutar de una sin soportar la otra.

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Susan Jacoby, autora estadounidense, su libro de 2008 sobre el antiintelectualismo estadounidense, The Age of American Unreason, fue un éxito de ventas del New York Times. Ella es atea y secularista. Jacoby se graduó de la Universidad Estatal de Michigan en 1965.

CONDENSADO DE “I CAN’T STAY LONG”. © 1996 POR SUSAN JACOBY, CONDENSADO DE "FAMILY CIRCLE" (8-VII-1986). DE NUEVA YORK, NUEVA YORK..

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